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La Religión y los Negocios.

La Biblia cuenta que hubo un tiempo en el que había sacerdotes que afirmaban representar a Dios y al mismo tiempo enseñaban “por un pago”. Eso a Dios no le gustaba nada (Lea Miqueas 3:11). Dios condenó a los que convirtieron su lugar de adoración “en una cueva de ladrones” (Lea Jeremías 7:11). Y es que estaban haciendo negocios allí por pura avaricia.

Al igual que a Dios, a Jesús también le daba asco que se usara la religión para ganar dinero. Cuando él estuvo en la Tierra, los líderes religiosos les permitían a los comerciantes hacer negocios dentro del templo de Jerusalén y a cambio ellos ganaban dinero. Esos comerciantes explotaban a la gente de buen corazón que llegaba allí a adorar a Dios. Ante esa situación, a Jesús no le tembló la mano y echó del templo a todos esos corruptos. Les dijo: “¡Dejen de convertir la casa de mi Padre en un mercado!” (Lea Juan 2:14-16).

Durante su ministerio, Jesús también demostró que veía las cosas como su Padre Jehová Dios (Lea Juan 8:28, 29). Nunca le cobró a nadie por enseñarle de Dios ni le pidió dinero por hacer milagros, como darle de comer a la gente, curar a los enfermos o resucitar a los muertos. Jesús nunca usó su ministerio para hacerse rico; lo cierto es que ni siquiera tenía una casa propia (Lea Lucas 9:58).

¿Qué hicieron los primeros cristianos para no mezclar la religión y los negocios?

Jesús les dijo a sus seguidores que nunca usaran sus actividades religiosas para ganar dinero. Les dijo que hicieran justo lo contrario: “Recibieron gratis, den GRATIS” (Lea Mateo 10:8). Y eso fue lo que hicieron aquellos primeros discípulos, a los que se llegó a conocer como cristianos.

Veamos un par de ejemplos:

El apóstol Pedro, uno de los discípulos que acompañó a Jesús durante su ministerio. En una ocasión, un hombre que se llamaba Simón le ofreció dinero a cambio de poder y autoridad. Pedro rechazó de inmediato la propuesta de Simón, y le dijo sin rodeos: “Que tu plata muera contigo, porque pensaste que podías conseguir con dinero el regalo de Dios” (Lea Hechos 8:18-20).

El apóstol Pablo, un ministro viajante muy conocido. Aunque durante años se desvivió trabajando por muchas congregaciones cristianas, nunca quiso que le pagaran por su labor. Ni él ni sus compañeros eran “vendedores ambulantes de la palabra de Dios”, como sí lo eran muchos hombres (Lea 2 Corintios 2:17). Al contrario, Pablo dijo: “Cuando les predicamos las buenas noticias de Dios, trabajamos día y noche a fin de no ser una carga económica para ninguno de ustedes” (Lea 1 Tesalonicenses 2:9).

Claro, los primeros cristianos necesitaban dinero para pagar todas sus campañas de predicación y sus obras de caridad. Pero nunca cobraron por sus servicios religiosos.

La gente podía sentirse libre de hacer un donativo o no, basándose en estos principios:
2 Corintios 8:12: “Si hay buena disposición, lo que la persona da agrada mucho, cuando da en función de lo que tiene y no de lo que no tiene”.
Lo que significa: Los motivos que tiene una persona para dar son más importantes que la cantidad que da.
2 Corintios 9:7: “Que cada uno haga lo que ha decidido en su corazón, y no de mala gana ni a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría”.
Lo que significa: Dios no quiere que nadie se sienta obligado a hacer un donativo. Le gusta que las personas lo hagan porque de verdad quieren hacerlo.

¿Qué pasará con las religiones que solo quieren ganar dinero?

La Biblia deja claro que Dios no acepta ni todas las religiones ni todas las formas de adoración (Mateo 7:21-23). En una impactante profecía, la Biblia compara todas las organizaciones religiosas falsas con una prostituta.
¿Por qué?
Porque forman alianzas con gobiernos a cambio de dinero y de otros favores, y se aprovechan de personas de todo el mundo (Lea Apocalipsis 17:1-3; 18:3).

Cómo se aprovechan?

Pues fácil, si les enseñaran tomando como base la Verdad Bíblica la gente se enteraría de verdades como ésta que lees, el Cristianismo Puro no debe relacionarse con la política... aparte de infinidad de creencias falsas como la trinidad, la inmortalidad del alma, infierno para los malos, cielo para los buenos, navidad, adivinación, sanaciones por fe, energía, magia, hechicería, supersticiones, sumándole tradiciones de origen filosófico como fiestas a los muertos y similares y, principalmente, el que han desviado la adoración hacia dioses inanimados de yeso, madera, plata u oro y han alejado a la humanidad del Dios Vivo y Verdadero y de su Palabra, la Biblia.

Claramente entonces, éstas religiones No enseñan de la Biblia, pues enseñan más bien mandatos de hombres.

Esa profecía también dice que pronto Dios ELIMINARÁ al sistema religioso corrompido en que vivimos (Lea Apocalipsis 17:15-17; 18:7).

Hasta que llegue ese momento, Dios no quiere que las cosas malas que hace la religión falsa engañen a la gente o la alejen de él (Mateo 24:11, 12).

Les ruega a las personas de buen corazón que aprendan a adorarlo COMO ÉL QUIERE y que HUYAN de la religión falsa (2 Corintios 6:16, 17).

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